El Papa Pío X dijo: “Entre más leemos el Evangelio más fuerte se hace nuestra fe”.
El Papa Benedicto XV dijo: “La responsabilidad de nuestro oficio apostólico nos impulsa promover el estudio de la Sagrada Escritura en conformidad con la enseñanza de nuestros antecedores, Papa Leo XIII y Papa Pío X... Nunca cesaremos de impulsar a los fieles que lean DIARIAMENTE los Evangelios, los Hechos y las Epístolas, de modo que puedan recoger alimento para sus almas”.
El Concilio Ecuménico Vaticano II ha urgido con singular insistencia la lectura de la Biblia. En la constitución dogmática Dei Verbum, sobre la revelación cristiana, menciona de forma expresa "la necesidad de que los cristianos tengan pleno acceso a la Escritura” (c.6 n.22). Prosiguiendo, pues, la norma práctica inculcada tantas veces por los Papas contemporáneos, el Vaticano II insiste en la necesidad de que los cristianos hallen en la Biblia la fuente principal de su oración y de su vida religiosa”.
Estos dichos de los Papas están de acuerdo con la misma Palabra de Jesucristo en el Evangelio de San Mateo 4:4: “Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.
¿Obedece estos mandatos? “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida” (Juan 5:39-40). Las Escrituras testifican que Cristo es el único Salvador y Mediador. “Llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21). “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12). “El cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1 Timoteo 2:4-5).
Usted necesita creer las palabras de San Marcos 1:15: “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentios, y creed en el evangelio” para tener la salvación. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios” (Juan 3:16-18). “He aquí ahora el día de salvación” (2 Corintios 6:2).
Entonces, amigo, lo que se requiere para asegurar su alma eternamente es que usted renuncie a su pecado y sus buenas obras y que abrace a Cristo por fe como su Señor y su Salvador. Como dice la Biblia católica Nacar-Colunga: “Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús” (1 Timoteo 2:5).
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