El baile es el medio que se ha usado desde tiempos muy remotos para celebrar los grandes o pequeños acontecimientos sociales o políticos en la vida de los hombres. Al principio el baile era suelto. Hombres y mujeres danzaban en las calles, en salones, en terrazas o en los patios, para celebrar algún acontecimiento. El rey David danzó jubilosamente en las calles de la ciudad de David celebrando el gran acontecimiento del regreso del arca a la casa de Dios.
Pasando el tiempo, el baile, estimulado por la música erótica, pasó del suelto al baile promiscuo. La nueva forma del baile se practicaba en parejas de ambos sexos y en grandes salones en los cuales los invitados celebraban algún aniversario o día festivo. Los bailes en los grandes salones de las cortes europeas han pasado a la historia, no solo por el lujo deslumbrante que ostentaban los salones y los invitados, sino por las lacras que aparecían después de una noche de baile empapado en champaña y whisky.
Sin embargo, el baile no es solamente algo propio de la alta sociedad, sino que poco a poco fue pasando a todos los estratos sociales. Hoy no hay barrio en que sus habitantes no celebren sus aniversarios con un baile.
El baile promiscuo es tan excitante y se ha apoderado tan fuertemente de la mente de los hombres y las mujeres, que no puede haber fiesta sin baile. La gente de nuestros días no tiene otra manera de celebrar los acontecimientos que gobiernan su existencia. Ha llegado a tal extremo que aún algunos cristianos profesantes han adoptado la misma manera de celebrar sus aniversarios. Algunas iglesias organizan bailes para la juventud de la iglesia. El argumento es que de esta manera se podrá retener a la juventud sin perjudicarse y a la vez evangelizar a otros. El baile ha llegado a tal grado de aceptabilidad en el mundo, que conviene hacernos la pregunta: ¿Qué tiene de malo el baile? Bíblicamente tiene mucho de malo.
1. EL BAILE ES UN EXCITANTE SEXUAL
El Baile Le Costó La Cabeza a Juan el Bautista.
Nos cuenta el evangelista Mateo que con ocasión del cumpleaños de Herodes, a éste se le ofreció un baile en los salones del palacio. Los salones se llenaron de gente aristocrática y cuando bailaban, Herodes vio los movimientos de la hija de Herodías y sé enamoró locamente de ella. Herodes vivía en adulterio con Herodías, mujer de su hermano Felipe; pero esa noche, se sintió excitado por los movimientos de la muchacha, a tal extremo que le ofreció darle cuanto pidiese. Aquello costó la cabeza de Juan el Bautista (Mateo 14:1-12).
Este es un ejemplo clásico de cómo el baile despierta los deseos impuros, deseos que muchas veces conducen al crimen para lograr su objetivo. Es en esta clase de fiestas donde los esposos pierden a sus esposas donde las esposas pierden a sus esposos, donde las jóvenes pierden su honra, y donde los hogares quedan destruidos. Sin embargo, es tan fuerte el estímulo sexual en esta clase de fiestas, que se sigue practicando con mayor ardor aún en vista de las consecuencias. La historia está llena de ejemplos de esta naturaleza. Las páginas de los periódicos diariamente nos relatan los desórdenes que se observan en las fiesta en que el baile es el centro de las emociones descontroladas. Nunca podré ser convencido de que este sea el ambiente propicio para un cristiano y de que ésta sea la mejor manera de celebrar un aniversario. Sin duda Mateo nos cuenta este episodio para mostrar que el baile no es la mejor manera de celebrar un cumpleaños.
2. EL BAILE ES UN ALIADO DEL ALCOHOLISMO
¿Bailaría Jesucristo?
No hay fiesta bailable donde no haya profusión de licor. El baile no puede comenzar sin antes haber ingerido licor. Cuando el licor comienza a enturbiar la mente y a descontrolar las emociones, entonces el baile está en todo su apogeo. Las horas pasan y pasan y nadie se da cuenta de que los albores del nuevo día han llegado. Tambaleantes, cada uno comienza a desfilar, unos a dormir cuando debieran ir al trabajo, otros a seguir la parranda. El baile y el licor se complementan. Son aliados inseparables.
El cristiano no debe tener parte en el licor y la embriaguez que acompaña al baile. La Palabra de Dios dice: "No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu" (Efesios 5:18).
Algunos dirán que hay bailes decentes donde no se llega a extremos vulgares. Puede ser, pero donde hay licor el hombre más decente pierde su dominio propio. Siendo esto así, ¿puede el cristiano ser partidario del baile?
¿Puede un cristiano después de una noche de baile y de licor tener comunión con su Dios? ¿Bailaría Cristo? Esta es la prueba definitiva para el cristiano y su respuesta es obvia. ¿Quién puede decir lo contrario a menos que sea un irresponsable?
La Biblia enseña que el ambiente y la compañía del baile no agradan a Dios. Note las palabras de Proverbios 23:20: "No estés con los bebedores de vino...". La Biblia continúa diciendo en Habacuc 2:15: "¡Ay del que da de beber a su prójimo!".
3. EL BAILE ES UN ESTIMULANTE DE CELOS QUE CONDUCEN A LA VIOLENCIA
El Baile es Responsable de Muchos Crímenes.
En cada lugar donde cada aniversario o fiesta religiosa se celebra con un baile, es casi seguro que terminará en violencia. ¿Y eso por qué? En el baile nadie quiere que alguien baile con su novia o con su pretendida. Cuando esto ocurre, surge el celo descontrolado y las acciones violentas siguen. Esto ocurre en cada instancia ya que el celo no es propio de una clase social o cultural. La cultura no es capaz de ahogar los celos, máxime cuando el licor ha llegado a nublar el entendimiento.
Dios declara que el celo es característica de la persona carnal. "Porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?" (1 Corintios 3:3). Vea lo que dice Gálatas 5:16: "Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne". También note las palabras de Santiago 3:16: "Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa". Claramente, el estímulo del baile no es un estímulo espiritual ni agradable al Señor.
De esta manera, el baile se ha convertido en el verdadero responsable de muchos crímenes que se han cometido en el mundo. No creemos que un cristiano se sienta satisfecho con estos frutos que produce el baile. Alcoholismo, crímenes, celos, odios, son la secuela de un pasatiempo que tanto gusta a hombres y mujeres.
4. EL BAILE DESTRUYE LAS RESERVAS MORALES Y ESPIRITUALES
El Baile es Nocivo para la Vida Moral y Espiritual.
La influencia del baile en la vida de los hombres y mujeres es tan fuerte que debilita y destruye sus fuerzas morales y espirituales. El contacto con el sexo opuesto al son de la música les fascina enormemente. El beso secreto, el roce de las mejillas, el calor del abrazo insinuante durante el baile les provoca emociones íntimas, reacciones sexuales que los predisponen a cualquier actitud erótica. En esta situación las fuerzas morales y espirituales se encuentran en el nivel más bajo, ya no queda ninguna defensa posible y la tragedia llega inexorablemente.
El apóstol Pablo escribió a Timoteo las siguientes palabras: "Huye también las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón invocan al Señor" (2 Timoteo 2:22). Esta enseñanza es muy aplicable en la actualidad. Dios desea que huyamos de las pasiones juveniles. Es imposible mantenerse libre de las pasiones emocionales siendo partícipe del baile.
No queda duda que el baile es nocivo para la vida moral y espiritual. El baile está bien que lo practique la gente de mundo, la gente que le importa mucho estimular sus bajos deseos, que no medita en el futuro de sus almas ni en el prestigio y estabilidad de sus hogares; pero el cristiano cuya vida haya sido rescatada al enorme precio de la muerte de Cristo para una actividad espiritual más noble, más útil y digna, no es posible que se ocupe en un pasatiempo tan destructivo para los valores más elevados de la vida.
En la noche en que se celebró el baile ofrecido a Herodes se notaron algunas cosas que no debemos olvidar.
Hubo desborde de emociones incontenibles provocadas sin duda por los brindis que los hubo en profusión. Era una noche en que había que agradar al poderoso.
La concupiscencia de los ojos se manifestó en el torrente de lascivia que salió de aquella naturaleza alimentada en las pocilgas del mal.
El sentimiento de venganza tuvo su revelación más espantosa aquella noche. Herodías aprovechó la ocasión para vengarse de Juan el Bautista quien había condenado públicamente su adulterio. Fue una noche de intriga y crimen. Las fuerzas morales y espirituales quedaron destruidas.
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