En círculos religiosos y eclesiásticos del mundo moderno,
el tema del arrepentimiento ha causado mucha polémica. Los eventos
que involucran la caída de líderes han dejado a muchos observadores
pasmados y tristes. Algunos predicadores de cierto renombre han tenido
problemas de esta naturaleza y han hecho sus "confesiones" bajo la presión
de haber sido descubiertos. Sin embargo. han dejado al mundo en duda en
cuanto al asunto de que si se arrepintieron o no.
Hoy día muchos dicen que se han arrepentido, pero siguen pecando; dicen que Jesucristo es su Señor y Salvador sin ninguna evidencia de ello en su vida. ¿Qué pasa? ¿Se habrán arrepentido en verdad?
A muchos no les parece el vocablo "arrepentimiento" hoy día. Es mucho más fácil decir: "Dios te ama y que tiene un plan fabuloso para tu vida" en vez de "Arrepiéntete o perecerás".
Sin embargo, el evangelio es una espada de dos filos. Un filo es "creer" y el otro es "arrepentirse". Por cierto, la salvación es solamente por fe, pero la fe genuina siempre se hace acompañar del arrepentimiento. Jesús predicaba, "el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio" (Marcos 1:15).
Cuando el apóstol Pablo resumió su mensaje a los ancianos
de Efeso, él dijo que había testificado a judíos y
a gentiles "acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la
fe en nuestro Señor Jesucristo" (Hechos 20:21). Y a los
de Atenas, dijo que Dios había pasado por alto la ignorancia de
los tiempos pasados, pero que "ahora manda a todos los hombres en todo
lugar, que se arrepientan" (Hechos 17:30).
En la Biblia hallamos a muchos que dijeron: "He pecado" pero
no se arrepintieron. A todos los tales Dios dice: "rasgad vuestro
corazón y no vuestros vestidos" (Joel 2:13). En otras
palabras, no sólo deben decir que lo sienten mucho, sino arrepentirse.
Veamos por los siguientes casos bíblicos que el arrepentimiento
verdadero es una cosa poco común.
Cuando Dios convence a muchos de sus pecados, se arrepienten sólo por desesperación.
La desesperación del Faraón crecía mientras Egipto sufría los embates de una plaga tras otra a causa de su misma rebeldía al rehusar dejar libres a los israelitas. Cuando Dios envió una tempestad de granizo, "Entonces Faraón envió a llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: He pecado esta vez; Jehová es justo, y yo y mi pueblo impíos. Orad a Jehová para que cesen los truenos de Dios y el granizo, y yo os dejaré ir, y no os detendréis más" (Éxodo 9:27-28).
"Y viendo Faraón que la lluvia había cesado, y el granizo, y los truenos, se obstinó en pecar, y endurecieron su corazón, él y sus siervos" (Éxodo 9:34).
Muchos piensan en Dios cuando su economía falla, durante problemas
matrimoniales, enfermedades y otras crisis. Puede que algunos aún
oren: "Dios, si me libras de esta dificultad cambiaré mi
forma de vida". Pero cuando su problema se ha ido y ya no tienen
dicha presión, pronto vuelven a su pecado.
Algunos se arrepienten simplemente para tomar ventaja de la situación. Una mujer cristiana estaba siendo cortejada por un hombre incrédulo que sabía que ella no se iba a casar con él mientras siguiera en su incredulidad. Luego hizo una profesión de fe, se casaron, y después de algunos meses él volvió a su estilo de vida no regenerado.
Algunos pueden arrepentirse cuando se les halla con las manos en la masa del pecado por cuanto no hay otra opción sino "arrepentirse".
Aún otros son los que negocian con Dios por su vida en algún
peligro inminente. Pero dada la oportunidad de cumplir, poquísimos
son los que lo hacen. Es posible arrepentirse ante la puerta de la
muerte tal como el ladrón en la cruz, pero raras veces se ha visto
sincero este hecho.
Judas Iscariote se arrepintió de traicionar a Jesús al
verse sin esperanza; un remordimiento que en realidad no es arrepentimiento.
"Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado,
devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales
sacerdotes y a los ancianos, diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente"
(Mateo 27:3-5). Es posible sentir lástima o pena por los pecados
sin volver a Dios. Muchos se afligen por su alcoholismo, su drogadicción,
su inmoralidad y otros pecados, pero no se arrepienten. Algunos se
hunden tanto en el remordimiento que se suicidan, pero el remordimiento
y el sentirse apenado no es arrepentimiento.
Las consecuencias del arrepentimiento demorado pueden ser costosas.
En lugar de arrepentirse en una forma inmediata, David trató de encubrir su pecado con Betsabé, animando a su esposo Urías a regresar de la batalla para dormir con ella. David sabía que Betsabé estaba encinta y, de acuerdo a su plan, esto haría que todo mundo pensara que el bebé era hijo de Urías. Urías rehusó ir a su casa y David mandó comprometerlo en la batalla para que fuese muerto a fin de que él pudiera tomar a Betsabé por esposa.
Al no arrepentirse, David tuvo que pagar un precio alto. Su cuerpo sufrió, perdió su vitalidad y padecía de insomnio (Salmos 32). Soportó la culpa por más de nueve meses hasta que, por fin, el profeta Natán le confrontó. Hasta entonces David reconoció su pecado y escribió su confesión a Dios. "Contra ti, contra ti solo he pecado, y hecho lo malo delante de tus ojos...Purifícame con hisopo y seré limpio: lávame y seré más blanco que la nieve" (Salmos 51:4-7). Dios perdonó a David pero habría consecuencias que soportar. Natán dijo. "Por cuanto con este asunto hiciste blasfemar a los enemigos de Jehová, el hijo que te ha nacido ciertamente morirá" (2 Samuel 12:14).
Sí, Dios es amoroso y pronto para perdonar, pero, "No os engañéis;
Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también
segará" (Gálatas 6:7). El arrepentimiento demorado
puede ser verdadero, pero habrá consecuencias que no pueden ser
esquivadas.
Por fin, el hijo pródigo nos retrata el verdadero arrepentimiento bíblico. Después de derrochar su herencia en una vida perdida, al fin volvió en sí, regresó a su padre y se arrepintió: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti" (Lucas 15:21). Fue completamente perdonado.
En cada uno de estos seis casos estudiados, los pecadores confesaron:
"He pecado". La mayoría no se arrepintieron de veras,
pero el arrepentimiento es un requisito bíblico de una fe genuina
y del perdón.
1) La Renuncia Del Pecado - "El que encubre sus pecados no prosperará: más el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia" (Proverbios 28:13). Isaías dijo: "Buscad a Jehová mientras puede ser hallado; llamadle en tanto que está cercano, deje el hombre impío su camino y el hombre inicuo sus pensamientos y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar" (Isaías 55:6-7).
2) La Reconciliación Del Pecado - Sin esto, no hay arrepentimiento: es decir, no es posible estar bien con Dios sin estar reconciliado con otros (Mateo 5:23-24).
3) La Restitución Del Pecado - Tampoco puede haber arrepentimiento si hace falta restitución por el pecado. A veces no es posible hacer restitución, pero cuando lo es, es un imperativo.
Zaqueo, el recaudador de impuestos, dijo a Jesús cuando le visitó: "He aquí Señor: la mitad de mis bienes doy a los pobres: y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado". Fue entonces que el Señor le dijo: "Hoy ha venido la salvación a esta casa" (Lucas 19:8-9).
Pablo escribió: "Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados según Dios, para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte. Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte" (2 Corintios 7:9-10).
El mensaje de la Biblia es claro. Usted que no ha conocido a Cristo
como su único y suficiente Señor y Salvador, arrepiéntase
y crea en Él. Para usted que ya ha conocido a Cristo como
su Señor y Salvador, recuerde que su comunión con Dios y
su crecimiento espiritual depende de su arrepentimiento por pecado en la
vida. Pero asegúrese de que su arrepentimiento es verdadero.
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