Quiero que se fije cuidadosamente en 1 Corintios 6:9-11: "¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios." Aquí vemos claramente el propósito de la salvación divina y como se realiza. En Corinto había muchos pecadores viles porque era una ciudad griega donde se practicaba la idolatría y todo pecado inmoral y libertino. Cuando el apóstol Pablo llegó a predicar la salvación (liberación), varios se convirtieron. En estos versículos mencionados, tenemos su testimonio, lo que eran y hacían, y AHORA lo que son por la gracia salvadora y la sangre redentora del Señor Jesucristo.
La operación de la salvación es una obra divina. El hombre no se puede salvar a sí mismo (Efesios 2:8-9; Tito 3:5). El profeta Jonás dijo: "La salvación es de Jehová" (Jonás 2:9). Dios se encarga a buscar a lo se ha perdido (Génesis 3:8-9; Lucas 19:10), a convencernos de nuestra condición depravada y condenada (Juan 16:8-11), a enviarnos un predicador con el mensaje de verdad y esperanza (Romanos 10:13-17; 1Corintios 1:21), a regalarnos el arrepentimiento (2 Timoteo 2:25-26; Hechos 5:31, 11:18) y la fe para creer en el Señor Jesucristo (Romanos 10:17; Efesios 2:8-9). Cuando María, siendo virgen, estaba embarazada con Cristo, se le apareció el ángel Gabriel a José y le dijo: "Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque ÉL SALVARÁ A SU PUEBLO DE SUS PECADOS" (Mateo 1:21).
Dios por medio de su Hijo se encarga a salvar al hombre aparte de lo que pueda hacer el hombre si se arrepiente y recibe a Cristo como Señor y Salvador. Además, se encarga a guardar para siempre a sus hijos regenerados para que vivan para Él y le glorifiquen (Filipenses 1:6; 2 Timoteo 1:12). Dios nos lava y nos limpia como lo hizo a los corintios para que no seamos lo que éramos antes de convertirnos. Medite en los siguientes versículos que nos muestra el poder de Dios que nos transforma al convertirnos:
"Y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia." (Romanos 6:18)
"Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia. ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna." (Romanos 6:20-22)
"Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres." (Juan 8:36)
"Jehová Dios nuestro, otros señores fuera de ti se han enseñoreado de nosotros; pero en ti solamente nos acordaremos de tu nombre." (Isaías 26:13)
Pablo les dijo a los corintios: "Y esto erais algunos; mas ya habéis
sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido
justificados en el nombre del Señor Jesús." Para cualquier
persona esclavizada en el pecado solamente hay una solución permanente,
reciba al Señor Jesucristo para que le limpie, le salve,
le justifique, le transforme y le guarde a fin de que sea libre verdaderamente.
Es verdad que no se puede perder la salvación, pero también
el que ha sido salvo no continuará en las cosas mundanas y sus hábitos
viejos. Conforme a lo que dice la Palabra de Dios, "El que practica
(continúa) el pecados es del diablo...Todo aquel que es nacido de
Dios, no practica el pecado" (1 Juan 3:8-9).
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