Jesús dijo: "Dejad a los niños, y no les impidáis de venir a mí; porque de los tales es el reino de los cielos" (Mateo 19:14). Es verdad que los niños nacen en este mundo como miembros de una raza caída bajo la condenación de Dios, que el pecado de Adán es imputado a todos sus descendientes, pero los pecados de la raza entera fueron expiados por la muerte de Jesucristo en la cruz (1 Timoteo2:6; Juan 1:19; 1 Juan 2:2). Quedan incluidos los niños.
Cuando un niño alcanza la edad en que se le pueden imputar sus
propios pecados, necesita arrepentirse y recibir personalmente al Señor
Jesucristo para poder ser salvo, pero como es natural, esto no puede requerirse
de los que mueren en la infancia. Para ellos el solo acto de justicia
de Cristo (su muerte expiatoria en la cruz) les concede la libre dádiva
de justificación para vida (Romanos 5:18; 1 Corintios 15:22).
Llegará un tiempo cuando estos niñitos verán a Cristo,
creerán en Él, y así serán salvos en sentido
pleno. Pero nunca perecerán por el pecado de Adán.
Jesucristo llevó la pena del pecado de Adán por ellos.
Nadie se pierde simplemente por el pecado de Adán. No hay
ninguna base en las Escrituras para la doctrina de la condenación
de las criaturas no bautizadas.
Entonces si usted se ha convertido arrepintiéndose y abrazando
a Cristo por fe como su Señor y Salvador, usted puede tener la plena
confianza que lo verá en la presencia del Señor. Vea
el folleto que acompaña a esta carta para poder entender muy plenamente
el camino de Dios para la salvación. Por favor lea el tratado
y cada texto bíblico muy cuidadosamente y comuníquenos cualquier
duda que aún no se haya aclarado.
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01901 Guatemala, Guatemala