Judas Iscariote fue escogido como apóstol y servía entre los otros discípulos y apóstoles (Marcos 3:19; Lucas 6:16). Actuaba como el tesorero de la primera iglesia neotestamentaria que estableció nuestro Señor Jesucristo durante su ministerio terrenal (Juan 12:6, 13:29). Salía a predicar y hacía milagros con los otros apóstoles (Lucas 10:1).
Sin embargo, aunque se le puso el nombre "discípulo" y "apóstol", él nunca era así en su propio corazón. Cristo sabía que Judas iba a traicionarlo y entregarlo a sus enemigos con una besa engañosa (Mateo 26:48; Lucas 22:47-48). Pero todo fue permitido para que se cumpliera la profecía del Antiguo Testamento cuando David dijo en Salmos 41:9: "Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía, alzó contra mí el calcañar." Cristo le llamó a Judas diablo sabiendo que él nunca se había convertido (Juan 6:70-71). La noche de la traición la Biblia dice: "Y entró Satanás en Judas, por sobrenombre Iscariote, el cual era uno del número de los doce."
Judas nunca era discípulo ni apóstol por varias razones:
(1) Su codicia y pecado secreto (Juan 12:4-6)
(2) Su hipocresía…los otros apóstoles no sabían que él era impostor
(3) Su estimación baja de Cristo en que lo vendió por treinta piezas de plata, el precio de esclavo (Mateo 24:14-16)
(4) Su arrepentimiento falso…se entristeció después de haberlo traicionado a Cristo pero nunca dio su espalda a su pecado (Mateo 27:3-4).
El testimonio de Judas nos hace pensar en el pasaje en Mateo 7:21-23: "No
todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino
de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está
en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor,
Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos
fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces
les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores
de maldad." Judas predicaba la Palabra de Dios, asistía los
cultos, aprendía a los pies del Señor Jesucristo, echaba
fuera demonios y hacía muchos milagros. Sin embargo se engañó
a sí mismo con un corazón lleno de suciedad y pecado secreto.
Querido estudiante, examínese bien en este momento para ver si
usted se ha convertido verdaderamente de corazón. Si
se engañó Judas, y los demás fueron engañados
por el testimonio de él, no pudiera ser posible que uno se engañaría
a sí mismo en esos últimos días. Piénselo bien
porque después de la muerte los decepcionados como Judas pasarán
la eternidad sufriendo en el lago que arde con fuego y azufre (Marcos 14:21).
"Mas tú, oh Dios, harás descender aquellos al pozo
de perdición. Los hombres sanguinarios y engañadores
no llegarán a la mitad de sus días" (Salmos 55:23).
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