Conforme a la soberanía y bondad de Dios, Dios salva a los pecadores
de familias idólatras y paganas por medio de la predicación
de la Palabra de Dios a fin de que sea el primero en conocer a Cristo en
verdad como Señor y Salvador y llevarles a sus otros familiares
el mensaje de salvación. Es un gran privilegio y también
una gran responsabilidad. El que conoce a Cristo tiene el deber de
portarse y actuar conforme al ejemplo de su Señor. Considere
los deberes del salvo hacia los no salvos de su familia:
Mantener un testimonio bueno y puro. En otras palabras vivir una vida santa y recta para que nadie pueda hablar mal de usted y de su Salvador Jesucristo. Proverbios 22:1 dice: "De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas, y la buena fama más que la plata y el oro". No se moleste, no se enoje, tenga paciencia con otros, deje los malos hábitos antiguos y ande conforme al Espíritu de Dios (Gálatas 5:16). El perder el testimonio es perder el privilegio de ganar el alma del incrédulo para Cristo.
Orar por ellos. El gozo de nuestra salvación y la libertad de la esclavitud del pecado nos impulsa a orar y interceder a Dios por aquellas personas que amamos. Ahora como hijos salvos de Dios, Dios nos escucha y se deleita en nuestras oraciones (Proverbios 15:8). Dios nos ha hecho sacerdotes a fin de que intercedamos por los que no le conocen. "Y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén" (Apocalipsis 1:5-6).
Servirles en todo lo posible. La salvación nos hace libres completamente, pero esta libertad se debe aprovechar para servir a los demás particularmente a aquellos que viven con nosotros, mostrándoles como Cristo no ha venido para ser servido sino para servir, también nosotros estamos aquí para servir a otros, a fin de que ellos lleguen a reconocer a Cristo como su Señor (Marcos 10:45; Gálatas 5:13). El servicio verdadero que Dios toma en cuenta es el servicio de un corazón lleno de amor hecho para la gloria de Dios (1 Corintios 10:31).
Testificarles de Cristo. Como personas convertidas, Dios nos ha hecho embajadores de su reino para que los inconversos sean reconciliados con Dios por medio del Señor Jesucristo (2 Corintios 5:17-20). Es nuestro deber de hablarles del evangelio, de la muerte, sepultura, y resurrección de Cristo con el fin de ganar sus almas para Él (Hechos 1:8; Proverbios 11:30).
Vivir para Cristo. Sobre todas las cosas decidirse a vivir para Cristo cueste lo que cueste, sufra lo que sufra. El vivir para Cristo es el deber más alto del hecho hijo de Dios. Nuestra lealtad principalmente es hacia Cristo. "Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo" (Lucas 14:26). El vivir para Cristo implica obediencia a Él sirviéndole sin temer al hombre (Gálatas 1:10).
Espero que estas palabras le hayan alentado y fortalecido en el Señor. Que el Señor le bendiga y le colme de muchas bendiciones. ¡ADELANTE!
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CRISTIANO
Apartado 955
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