La Biblia le da esperanza a la mujer salva cuyo esposo no se ha convertido.  Lea 1 Pedro 3:1-6.  Aquí encontramos varios pasos para ganar a los maridos perdidos e infieles.  Considere muy cuidadosamente los siguientes puntos para poder restaurar la felicidad de su hogar y para poder ser usado por el Señor para ganar a su marido para Cristo.

1) Que esté sujeta a su marido.  Muy seguido la mujer quiere gobernar la casa y tener control de su marido para que él haga todo lo que ella quiera.  Ese no es el plan divino.  Delante de Dios el hombre y la mujer son iguales, sin embargo cada uno tiene su posición correcta y bíblica.  Cuando cada uno asume su responsabilidad divina el producto es un hogar bendecido y feliz.  Para las casadas la Biblia exhorta lo siguiente:

· "Las casadas estén sujetas a sus propios maridos,  como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador".  (Efesios 5:22-23)

· "Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor".  (Colosenses 3:18)

· "La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción.  Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio".  (1 Timoteo 2:11-12)

· "Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien;  que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada".  (Tito 2:3-5)

2) Que mantenga la conducta santa en su vida personal.  Una conducta casta y pura siempre le llama atención al hombre también a Dios. "Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas" (1Pedro 3:1).  La Biblia dice que la mujer no necesita abrir su boca porque su conducta habla mucha mas fuerte que las palabras de su boca.  En seguida el pasaje nos revela la conducta necesaria para ganar al marido incrédulo.

· Conducta Casta (1 Pedro 3:2)--una mujer fiel a su esposo; sin ojos para otros hombres; modesta en su vestimenta (para que sea cubierto sin exhibir su cuerpo femenino)

· Conducta Respetuosa (1 Pedro 3:2)--una mujer que no lo regaña, lo sermonea, lo critica sino que lo honra como si fuera un rey; le da su lugar como cabeza de la casa si lo merece o no lo merece; "Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido." (Efesios 5:33)

· Conducta De Su Atavío (1 Pedro 3:3-4)--que "no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos sino el interno,  el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible"; el énfasis debe ser la relación personal con Dios y las gracias que vienen por medio de una vida santa y compasión para los demás; una vida espiritual demostrada por la mujer en Proverbios 31:10-31

Lo mas importante es Dios ve a la mujer santa y la bendice a fin de que su marido se convierta de un pecador a un santo en el Señor.  Debe entender que Dios sabe nuestros motivos.  Si la mayor razón porque queremos verlo convertido es para aliviar nuestras dificultades, el Señor no nos contestará.  Debe ser para Su honra y Su gloria y no por una razón egoísta (Santiago 4:3).

3) Que espere completamente en Dios por la conversión y restauración de él.  "Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos; como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; de la cual vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer ninguna amenaza" (1 Pedro 3:5-6).  No ponga su esperanza en la conducta o en las reacciones de su marido.  Como las mujeres santas esperaban en Dios y Dios les contestaba, así también la mujer hoy día debe esperar en Dios por la conversión de su marido.  Esperar en Dios requiere una paciencia sin fin, una confianza inmovible en las promesas de Dios, y una vida arraigada en oración y ayuno.
 

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