Dios utiliza la analogía entre el viento y la obra del Espíritu Santo para enseñarnos la inhabilidad del hombre para salvarse a si mismo. El viento no puede ser controlado por el hombre porque sopla de donde quiere. También el hombre no puede regular lo que hace el Espíritu Santo. Sabemos que el viento sopla por su silbido; así también entendemos que el Espíritu Santo está trabajando cuando se oye su voz de convencer del pecado, de la persona de Cristo (la justicia de Dios), y del juicio venidero del pecado (Juan 16:7-11).
En otras palabras, el
hombre debe responder a Dios mientras le toca el Espíritu Santo
para ser salvo y entrar en el reino de Dios. Muy seguido el hombre
toma su vida en sus manos diciendo que mañana buscará a Dios
pero no es así. El hombre debe arrepentirse y creer en el
Señor Jesucristo mientras le habla el Espíritu de Dios.
Por eso Juan 1:13 dice: "los cuales no son engendrados de sangre (por
nacimiento natural o relaciones familiares), ni de voluntad de carne (por
las buenas obras del hombre), ni de voluntad de varón (no por el
deseo del hombre), SINO DE DIOS." Si el hombre rechaza la voz del
Espíritu Santo, él está rehusando a creer y en tiempo,
le deja de hablar el Espíritu Santo y sin la obra del Espíritu
Santo no hay salvación. Busque y considere Génesis
6:3; Hechos 7:51; Tito 3:5; Juan 6:63-65.
INSTITUTO EDUCATIVO
CRISTIANO
Apartado 955
01901 Guatemala, Guatemala