Lo Que Pasa Cuando Un Discípulo Peca
 

¿Qué pasa cuando uno de los salvos de Dios peca?  ¿Dios le perdona su falta?  ¿Tiene que cargar con la culpabilidad?  ¿Se le pierde su salvación?  ¿Qué es lo que pasa?

En primer lugar es necesario manifestar que la salvación que Dios nos da NO es una licencia para vivir en libertinaje, es decir, vivir como uno quiera.  "¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?  En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?...Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva" (Romanos 6:1-4).  El arrepentimiento que procede la conversión a Cristo es la determinación firme a abandonar el camino malo, el pensamiento erróneo, la vida egoísta, el señorío propio.  El mero nombre Jesús manifiesta lo que es el objetivo de nuestra salvación.  "Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados" (Mateo 1:21).  Juan el apóstol escribe en 1Juan 2:1: "Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis".  Unos decepcionados por Satanás toman la salvación como un permiso para meterse en el pecado y vivir a su gusto asegurándose de su propia salvación porque han aceptado a Cristo como su "salvador personal".  Que sepa que tales personas engañadas están en camino rumbo al infierno con una experiencia religiosa sin una conversión genuina y sincera a Cristo.  La Biblia dice que Cristo nos salva "para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos".  "Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos" (Gálatas 5:24).

Juan dijo: "Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo" (1 Juan 2:1).  Por los que caen en pecado:
 

1)  El Espíritu está contristado, es decir, la paz que gobierna en el corazón se pierde.  "Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.  Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia" (Efesios 4:30-31).

2)  El gozo está interrumpido por el pecado.  "Vuélveme el gozo de tu salvación" (Salmos 51:12).  Este fue el clamor de David después de que había pecado.  Fíjese lo que dice, NO que Dios le volviera a dar la salvación, sino que le permitiera sentir el gozo o la alegría de su salvación una vez más.

3)  La comunión está cortada temporalmente hasta que el discípulo del Señor se ponga de acuerdo con Dios acerca de su pecado confesándolo.  "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1:9).  "El que encubre sus pecados no prosperará;  Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia" (Proverbios 28:13).

4)  La disciplina del Señor corrige al cristiano no arrepentido.  Dios es un Padre fiel y verdaderamente amoroso en que disciplina a sus hijos cuando no se corrigen por la instrucción que les ofrece.  "No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová,  Ni te fatigues de su corrección; porque Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere" (Proverbios 3:11-12).  "El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano lo corrige" (Proverbios 13:24).  "Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor,  Ni desmayes cuando eres reprendido por él; porque el Señor al que ama, disciplina,  Y azota a todo el que recibe por hijo.  Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?  Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos...Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados" (Hebreos 12:5-11).

Concerniente a la misma salvación, Dios jamás nos podrá condenar por el pecado (los pasados, los presentes y los futuros) los cuales Cristo llevó en sí mismo sobre la cruz.  En que hemos sido vestidos con la justicia de Dios por fe en el Señor Jesucristo, Dios no nos inculpa del pecado (Romanos 4:8; 3:22; 10:1-3; 2 Corintios 5:21; Filipenses 3:7-9; 2 Pedro 1:1).

La clave para el hecho hijo de Dios es mantener un corazón y espíritu sensible reconociendo las faltas inmediatamente y confesarlas lo más pronto posible.



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