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Los que Dios salva siempre tienen nuevas vidas según la promesa de Dios en 2 Corintios 5:17: "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas." Cristo NUNCA nos deja como nos encuentra. Él nos halla en el pecado pero nos rescata de las consecuencias, el poder, y últimamente de la presencia del pecado. "Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados" (Mateo 1:21). Sin embargo, hoy en día hay mucha gente que confiesa ser cristiana pero su vida sigue como estaba antes de su "conversión". No hay evidencia de un nuevo Señor, de una nueva vida, de un nuevo Espíritu, de un nuevo destino, o de una nueva obra sobrenatural en su vida. Profesa ser una nueva criatura pero practica los pecados viejos y los hábitos pasados. No hay victoria o diferencia en la vida. Entonces la pregunta debe surgir, ¿De que se arrepintió? ¿De que ha sido salvo?
Seguramente hay un proceso de santificación en la vida por la cual nos purificamos a través de la Palabra de Dios (Juan 15:3) para que seamos conformados a la imagen del Hijo de Dios Jesucristo (1 Juan 3:2-3) y para que perfeccionemos la santidad en el temor de Dios (1 Corintios 7:1). Sin embargo el pecado no continua venciendo al salvo sino él vence el mundo y el pecado. "Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?" (1 Juan 5:4-5).
El salvo no sigue siendo dominado y controlado por la carne y el pecado. "El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios" (1 Juan 3:8-9). La palabra clave en estos versículos es la palabra "practica". El hombre salvo, si peca, pero no practica el pecado porque él ha sido libertado del pecado y ha llegado a ser siervo de la justicia (Romanos 6:18-22).
El propósito principal de la salvación es que Dios nos
rescata del pecado. Si seguimos pecando como antes, ¿Nos hemos
verdaderamente arrepentido? No quiero decirle que no hay tentaciones
y pruebas en la vida cristiana y que el cristiano no peca, no obstante
Dios nos ha provisto todo lo necesario para que vivamos victoriosamente
(1 Corintios 10:13; 1 Juan 1:9). Usted se encuentra en una de dos
situaciones. Tal vez nunca se haya arrepentido verdaderamente del
corazón, o haya tropezado tratando de hacer la voluntad de Dios.
¡Que el Señor le enseñe su verdadera situación
para que arregle su relación con Él por medio de arrepentirse y
recibir a Jesucristo como su Señor y Salvador, o por confesar sus
pecados confiando en su fidelidad de perdonarlo y limpiarlo de toda maldad
(1 Juan 1:9)!
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