Con respecto a su pregunta sobre el ayuno y como se lleva a cabo, le ofrezco lo siguiente de la Palabra de Dios. El ayuno es el ejercicio espiritual que consiste en abstenerse de lo que se relaciona con la carne para enfocarse en lo espiritual. Un ayuno puede ser el abstenerse de comidas (Jonás 3:5-7; Mateo 6:16-18), el abstenerse de dormir (Lucas 6:12-13), y el abstenerse de la relación íntima entre esposos (1 Corintios 7:3-5). El ayuno es cuando uno se priva de un hecho carnal para buscar a Dios.
La ley de Moisés conoce un solo día de ayuno: el día de expiación (Levítico 16:29; 23:27-32). Después del exilio hubo cada año cuatro ayunos nacionales (Zacarías 8:19) que conmemoraban la caída de Judá. Después del destierro babilónico se difundió la costumbre; algunos fariseos ayunaban cada lunes y jueves (Lucas 18:12), y Ana lo hacía con frecuencia (Lucas 2:37).
Aunque el ayuno duraba generalmente un día, la Biblia cita ayunos de tres días, siete días, tres semanas, y cuarenta días. Se hacían con motivo de la muerte de un ser querido, para conmemorar catástrofes nacionales, y para implorar la ayuda de Dios, discernimiento o perdón.
Al servirle al Señor, enfrentamos la realidad de nuestra impotencia como lo enfrentaron los discípulos del Señor en Mateo 17:14-16. Por falta de fe no podían sanar al muchacho. Después de sanarlo, el Señor le preguntaron porque ellos no podían hacerlo. Cristo les regañó por su incredulidad y su poca fe, diciéndoles: "Este género no sale sino con oración y ayuno" (17:17-21). Su impotencia fue el resultado de su poca fe, no de su falta de ayuno. El propósito del ayuno es para arraigar más profundamente nuestra vida espiritual y para que crezca nuestra fe. Dios se agrada de nuestra fe (Hebreos 11:6). El ayuno no es la promesa de hacer milagros o tener un don espiritual especial, etc., sino es un método para engrandecer nuestra fe porque "al que cree todo le es posible" (Marcos 9:23).
Por más recomendable que sea el ayuno, hay advertencias contra
el formalismo y el orgullo espiritual que dicha práctica puede engendrar
(Zacarías 7:5; Mateo 6:16). El ayuno no debe ser un asunto
público sino privado, para que el Padre nos bendiga públicamente (Mateo 6:18). Es más recomendable que sea un día apartado
sin agitación, pero si no es posible, hágalo de acuerdo a
sus posibilidades.
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