La mujer que vino a Cristo rogando por su hija enferma era gentil de Sidofenia,
es decir, de Sidón, y el Señor al momento no le concedía
su petición porque Él era enviado a la casa de Israel y no
al pueblo gentil. Para los judíos un gentil prácticamente era como un animal sin esperanza y sin Dios en el mundo,
y por esa razón, Cristo le dijo a la mujer de nacionalidad fenicia
que "no está bien tomar el pan de los hijos y dárselos a los perrillos";
aquí los hijos son los judíos y los perrillos son los gentiles
(el no judío). Pero gracias a Dios que alcanzamos ahora misericordia
porque el pueblo escogido rechazó a su Mesías (Juan 1:11),
y Cristo extendió su gracia hacia el mundo gentil; ya hemos
sido hechos cercanos por medio de su sangre (Efesios 2:11,13). Vivamos
siempre agradecidos por esta gran misericordia extendida hacia nosotros los gentiles (Romanos 11:11-25), aunque para el pueblo judío somos
un pueblo despreciado, Cristo murió por todos los pecadores.
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CRISTIANO
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