Una Carta Abierta A Los Testigos De Jehová
 
 

ESTIMADO AMIGO:

Merece ser felicitado por la misión que se ha impuesto: ser testigo de Jehová.  No hay tarea más importante que la que ha emprendido.

La impiedad caracteriza nuestro siglo.  A diestra y a siniestra se ataca la doctrina cristiana acerca de Dios.  Muchos niegan rotundamente que El existe.  Otros hacen de El una fuerza impersonal: el espíritu de la democracia o de lo potencial en lo interior del hombre.

Como cristianos tenemos la solemne obligación de dar a conocer la gloria de Dios.  El Señor mismo nos ordena por medio de su profeta Isaías: "Súbete sobre un monte alto, anunciadora de Sion; levanta fuertemente tu voz, anunciadora de Jerusalén; levántala, no temas; di a las ciudades de Judá: ¡Ved aquí al Dios vuestro!" (Isaías 40:9).  En este siglo de apostasía, como en los días de Isaías, ésta es una misión muy urgente.

Desgraciadamente, es evidente que no siempre da un testimonio claro.  Hace una aguda distinción entre Jehová y Jesús.  Sin embargo, ésta es una distinción que las Sagradas Escrituras no hacen.  Al contrario, en muchas ocasiones identifica a Jehová con Jesús.

Es por esta razón que aprovecho la oportunidad de dirigirle esta carta.  Quizás pueda ayudarle a ser mejor testigo de Jehová.  Le invito a estudiar conmigo la persona de Jehová a través de las Escrituras.

JEHOVÁ: El Nombre.  El nombre de Jehová aparece en el Antiguo Testamento más de 6,500 veces.  Ya que es una palabra hebrea, no aparece en el Nuevo Testamento, pero se traduce mediante la palabra griega "Kyrios", que quiere decir Señor.

Jehová se compone de las cuatro letras hebreas YHVH.  Es posible que originalmente se pronunciara Yahveh.  Sin embargo, los hebreos no pronunciaban el nombre por temor de tomar el nombre del Señor en vano.  Por eso lo substituyeron con el nombre de Adonai o Elohim (Señor o Dios) cada vez que en sus Sagradas Escrituras leían el nombre YHVH.  Más tarde, cuando el Antiguo Testamento fue traducido al griego, ese mismo temor de pronunciar el nombre se evidencia en la traducción.  Es verdaderamente notable que en nuestras versiones castellanas se conserve el nombre de Jehová, que quiere decir "Señor" o "Dios".

Dios le dio a Moisés el significado del nombre Jehová.  Cuando Moisés le preguntó qué nombre tenía el Señor, Dios le dijo: "YO SOY EL QUE SOY".  Y dijo: "Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros" (Éxodo 3:14).  De modo que el nombre significa: "EL QUE ES".

JEHOVÁ: Su Uso.  Como usted sabe, cientos de pasajes bíblicos contienen el nombre de Jehová.  De éstos, muchos lo usan sin ninguna identificación adicional.

Así: "Sirvió Israel a Jehová todo el tiempo de Josué, y todo el tiempo de los ancianos que sobrevivieron a Josué y que sabían todas las obras que Jehová había hecho por Israel" (Josué 24:31).  Y otra vez: "Edificó allí Gedeón altar a Jehová, y lo llamó Jehová-salom" (Jueces 6:24).  Se pueden citar muchos más.

Estos pasajes no identifican a Jehová.  Pero muchos otros hacen precisamente esto.  Es a ellos que le quiero llamar la atención, es decir, a los muchos pasajes de las Escrituras que identifican a Jehová con Jesús.

JEHOVÁ: La Roca y La Piedra.  En primer lugar, miremos algunos de los numerosos pasajes en que a Dios se le llama "Roca" o "Piedra".  El Antiguo Testamento revela a Jehová por medio de estas imágenes; El Nuevo Testamento revela a Jesús de la misma manera.

Así, el profeta hebreo declara: "Jehová es mi roca y mi fortaleza" (2 Samuel 22:2-3).  Similarmente, el salmista dice: "Jehová, roca mía" (Salmos 18:2).  Y otra vez: "¿Quiénes Dios sino sólo Jehová?  ¿Y qué roca hay fuera de nuestro Dios?" (Salmos 18:31).  Isaías declara: "A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro temor y él sea vuestro miedo.  Entonces él será por santuario; pero a las dos casas de Israel, por piedra para tropezar" (Isaías 8:13-14).

En el Nuevo Testamento San Pablo llama a Jesús: la Roca.  "Todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo" (1Corintios 10:4).  Este mismo apóstol declara en otro lugar: "Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo" (Efesios 2:20).  El apóstol San Pedro cita las palabras de Isaías y habla de "la piedra de tropiezo, y la roca que hace caer" (1Pedro 2:5-8).  Los evangelios usan la misma ilustración.  En todos los casos esta Roca es Jesús, quien fue desechado por el pueblo.

JEHOVÁ: El Pastor.  Otro grupo de pasajes que identifican a Jehová con Jesús son los pasajes que hablan del Pastor, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.  En el Antiguo Testamento a Jehová se le llama Pastor; en el Nuevo Testamento a Jesús se le llama Pastor.

El más conocido de los pasajes en que a Jehová se llama Pastor en el Antiguo Testamento es el Salmos 23:1 "Jehová es mi pastor".  En otro lugar el salmista declara: "Oh Pastor de Israel, escucha...Oh Dios, restáuranos; haz resplandecer tu rostro" (Salmos 80:1-3, 19).  Isaías usa la misma ilustración: "He aquí que Jehová el Señor vendrá con poder, y su brazo señoreará...Como pastor apacentará su rebaño" (Isaías 40:10-11).  El libro de Ezequiel contiene un pasaje extenso en que el Señor Jehová se revela a sí mismo como el Pastor de su rebaño (Ezequiel 34).

Por supuesto, usted sabe que Jesús se llama a sí mismo el Buen Pastor.  El dice "Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas" (Juan 10:11).  Más tarde repite las mismas palabras: "Yo soy el buen pastor" (Juan 10:14).  Es evidente que la primera parte de este capítulo recalca por completo el hecho de que Jesús es el único que es el Buen Pastor; todos los otros son ladrones y asalariados infieles.

JEHOVÁ: El Salvador.  El tercer concepto de ambos Testamentos es el de Salvador.  El Antiguo Testamento habla de Jehová como el Salvador.  El Nuevo Testamento llama a Jesús el único Salvador.

Por medio de Isaías, Dios da una revelación muy importante de sí mismo: "Yo, yo Jehová; y fuera de mí no hay quien salve" (Isaías 43:1 1).  Y otra vez: "Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios" (Isaías 44:6).  Muchos otros pasajes identifican a Jehová como Salvador y Redentor.  Numerosos pasajes enseñan que Jehová salva a su pueblo.

Pero al leer el Nuevo Testamento, vemos luego que él presenta a Jesús como el único Salvador.  Y esto lo hace de la manera más categórica posible.  Así, el libro de los Hechos declara: "Sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano.  Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza de ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hechos 4:10-12).

JEHOVÁ: El Rey.  En cuarto lugar, nos topamos con la frecuente afirmación de que Jehová es Rey.  El salmista dice: "Jehová es Rey eternamente y para siempre" (Salmos 10:16).  Isaías, Jeremías y Zacarías usan las mismas expresiones.  Pero éste es un título que se le da a Jesús en el Nuevo Testamento.  Leemos: "Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tu eres el rey de Israel" (Juan 1:49).  Y otra vez: "Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes" (Apocalipsis 17:14).

JEHOVÁ: En La Profecía.  Observamos similar identificación de Jehová con Jesús en las profecías del Antiguo Testamento y en el cumplimiento de ellas en el Nuevo Testamento.  Así, San Juan el Bautista se defiende a sí mismo citando la profecía de Isaías (Juan 1:22-23).  Al leer el libro de Isaías, observamos que esta "voz que clama en el desierto" es el precursor de Jehová.  Isaías dice: "Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová" (Isaías 40:3).  Y sin embargo, Juan señala a Jesús y declara que él (Juan) es el precursor de Jesús.  Jesús acepta la declaración de Juan como verdadera y correcta (Mateo 3:3).

Y así podemos seguir citando.  Pero esto se hace innecesario.  La evidencia es abrumadora y clara.  Es muy abundante en las Sagradas Escrituras la identificación de Jehová con Jesús.

Por consiguiente, para dar un testimonio claro acerca de Jehová, debe ser testigo de Jesús.  Debe hacer la misma identificación que la Biblia hace.  De lo contrario, no es buen testigo.  Desgraciadamente, no siempre ha hecho esto en el pasado.  Y por ende, ha dado un testimonio antibíblico de Jehová.  Quizás no haya sido ésta su intención, pero de que lo ha hecho no hay la menor duda.

Mi oración por usted es que se haga testigo de Jesús como lo es de Jehová.

 



 
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