Mormonismo-Carta General
 

Es un gran placer poder mostrarle unos pasajes bíblicos para su consideración.

Con respecto al sacerdocio, es necesario la función de un sacerdote y distinguirlo de un profeta.  El profeta habla al pueblo al favor de Dios.  Al contrario, el sacerdote se presenta delante de Dios al favor del pueblo.  Vemos en el Antiguo Testamento en Éxodo 28:1-4, que Dios escogió a aquellos que iban a ministrar delante de Dios en el oficio del sacerdocio.  Dios escogió a Aarón y a sus descendientes para que ocuparan este oficio.  "Harás llegar delante de ti a Aarón tu hermano, y a sus hijos consigo, de entre los hijos de Israel, para que sean mis sacerdotes; a Aarón y a Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar hijos de Aarón.  Y harás vestiduras sagradas a Aarón tu hermano, para honra y hermosura.  Y tú hablarás a todos los sabios de corazón, a quienes yo he llenado de espíritu de sabiduría, para que hagan las vestiduras de Aarón, para consagrarle para que sea mi sacerdote.  Las vestiduras que harán son estas: el pectoral, el efod, el manto, la túnica bordada, la mitra y el cinturón.  Hagan, pues, las vestiduras sagradas para Aarón tu hermano, y para sus hijos, para que sean mis sacerdotes".  Casi el resto del libro de Éxodo y también el libro de Levítico se tratan de las responsabilidades de los sacerdotes: su ropa, los sacrificios y las ceremonias.  El sacerdocio en su totalidad era prototipo del sacerdote final quien iba venir..."Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote  de nuestra profesión, Cristo Jesús" (Hebreos 3:1).  "Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los hombres en lo que a Dios se refiere, para que presente ofrendas y sacrificios por los pecados; para que se muestre paciente con los ignorantes y extraviados, puesto que él también está rodeado de debilidad; y por causa de ella debe ofrecer por los pecados, tanto por sí mismo como también por el pueblo.  Y nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo fue Aarón.  Así tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote , sino el que le dijo:  Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy.  Como también dice en otro lugar:  Tú eres  sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec.  Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.  Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen; y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec" (Hebreos 5:1-10).  Sin embargo, Cristo, no como los sacerdotes de la línea de Aarón que morían, es el Sacerdote eterno y para siempre..."Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo  sacerdote  para siempre según el orden de Melquisedec" (Hebreos 6:20).  "Y los otros  sacerdotes  llegaron a ser muchos, debido a que por la muerte no podían continuar; mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable; por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos" (Hebreos 7:23-25); Cristo no tuvo que ofrecer sacrificio por su propio pecado siendo Él santo, inocente y sin mancha..."Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.  Porque la ley constituye sumos sacerdotes a débiles hombres; pero la palabra del juramento, posterior a la ley, al Hijo, hecho perfecto para siempre" (Hebreos 7:26-28); Cristo no ofreció la sangre de machos cabríos ni de becerros, sino como Sacerdote derramó una vez para siempre su propia sangre..."Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por  sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia  sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención" (Hebreos 9:11-12).

Ahora la puerta para acercarse a Dios está abierta porque el sumo Sacerdote eterno se ofreció una vez para siempre derramando su sangre para darnos la eterna redención.  Es decir, el sacerdocio del Antiguo Testamento se acabó con Cristo en que Él siempre vive para interceder por nosotros..."Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por Él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos" (Hebreos 7:25)..."Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos" (Hebreos 8:1).  El Señor Jesucristo es nuestro siempre vivo, perfecto Mediador, Intercesor y Sacerdote (1 Timoteo 2:5).

La Biblia manifiesta en Apocalipsis 1:5-6 que los que se han lavado en la sangre de Cristo, es decir, han sido justificados por Él (Romanos 5:1), nos ha hecho "reyes y sacerdotes para Dios, su Padre" (Apocalipsis 5:10, 20:6).  Es decir, ahora tenemos el privilegio por haber sido lavado de nuestros pecados en la sangre de Cristo para interceder y orar por otros.  Usted anotó varios versículos que hablan de este privilegio (1 Pedro 2:5,9).  La Biblia dice que Él nos hace reyes y sacerdotes.  Ningún hombre, iglesia, religión o organización nos puede conceder este privilegio.

Entonces el sacerdocio del Antiguo Testamento se realizó perfectamente y se terminó en la obra terrenal y eterna de nuestro Señor Jesucristo.  En Cristo Jesús, somos reyes y sacerdotes en el sentido que podemos orar e interceder por medio de la oración por los demás.

Ahora quisiera pasar al tema de la autoridad y suficiencia de las Escrituras. Déjeme decirle que  nosotros exclusivamente nos basamos en la Palabra de Dios, la versión Reina-Valera 1960 originalmente traducida al castellano y publicada en 1602.  Es decir, no nos interesa apegarnos a ninguna tradición, costumbre, catecismo, dogma, visión o revelación moderna, conveniencia que no sea conforme a lo que está escrito en la Palabra de Dios.  "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra" (2 Timoteo 3:16-17).  Creemos en la suficiencia de las Escrituras porque Dios dice "...a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, ENTERAMENTE preparado para toda buena obra".  ¡Con la Biblia tenemos todo lo necesario para conocer y hacer la voluntad de Dios aquí en la tierra, es decir, no nos hace falta nada más creerla!  En realidad basarse en una revelación, escrito o tradición aparte de la Biblia, es uno culpable de pecar en contra de la Biblia según lo que dice en Apocalipsis 22:18-19:  "Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro.  Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro".  Creemos que todo lo que fue escrito después de cerrar el canon de las Escrituras, es el intento del hombre añadir a lo que Dios claramente ha manifestado por medio de su santos profetas..."Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo" (2 Pedro 1:20-21).  Es decir, hoy en día, rechazamos indubitablemente los libros apócrifos de la iglesia católica, la traducción del nuevo mundo de los testigos de Jehová, el libro de mormón de la iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días y cualquier otro escrito comparado o elevado al nivel de la santa, perfecta, inspirada, preservada Palabra de Dios.

Para terminar le invito pensar en el camino de la salvación.  Si usted llegara a morir hoy en día, ¿a dónde iría?  ¿Dónde pasaría usted la eternidad?  En su carta dirigida a su servidor, usted escribió: "El sacerdocio es la autoridad y poder de Dios dados al hombre para actuar en todas las cosas relacionadas con su salvación".  Con esta declaración no estoy de acuerdo en ninguna manera.  La Biblia dice la salvación es de Jehová (Jonás 2:9).  La Biblia dice que el que salva es el Salvador (Hechos 5:30-31).  El apóstol Pedro declaró: "Sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano.  Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo.  Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hechos 4:10-12).  Basándonos en la Biblia mantenemos que la salvación es un regalo del Dios lleno de gracia por medio de la persona de su Hijo Jesucristo (Efesios 2:8-9; Romanos 6:23).  Es decir, el mérito humano, la buena obra, el cumplir la religión, el guardar los mandamientos no tienen nada que ver con la salvación comprada por nuestro Señor Jesucristo en la cruz del Calvario.

"Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,  ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros,  y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios" (1 Pedro 1:18-21).

"Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo,  nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado" (Gálatas 2:16).

"Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia..." (Tito 3:5).

"Mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia.  Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras, diciendo:  Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas,  Y cuyos pecados son cubiertos.  Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado" (Romanos 4:5-8).

"Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe" (Filipenses 3:8-9).

Pues, espero que no se haya cansado a leer estas palabras.  Oro que nuestras mentes sean iluminadas por el Espíritu Santo para creer la verdad.  "Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres" (Juan 8:32).  ¿Cuál es la verdad?  Cristo dijo: "Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad" (Juan 17:17).



Si tiene alguna pregunta, inquietud o comentario envíenos una carta a la siguiente dirección postal:
 

INSTITUTO EDUCATIVO CRISTIANO
Apartado 955
01901 Guatemala, Guatemala

 

 
  Si aún tiene preguntas, escribanos...

  Regresar a la Página Principal del IEC

Regresar a Preguntas y Respuestas