Lavamiento De Los Pies
 

¿Deben los cristianos hoy en día seguir efectuando el lavamiento de los pies conforme a Juan 13:4-16?
Aquí no hay ninguna orden de que cada cristiano deba lavar los pies de todos los otros cristianos.  No hay tampoco ninguna iglesia en la cual cada cristiano lave los pies de los demás.  Hay un orden aquí de que cuando un cristiano necesite que se le laven los pies (Juan 13:10) deberíamos estar dispuestos incluso a efectuar este servicio, haciendo de este modo lo que Jesús hizo a los discípulos cuando lo necesitaban.

No hay la menor indicación de que en esta ocasión Jesús instituyera una ceremonia que había de ser realizada en la iglesia.  Los apóstoles llegaron a la casa con los pies llenos de polvo del camino.  Los versículos 9 y 10 de dicho capítulo indican que ya se habían bañada antes, si bien con las sandalias abiertas sus pies se habían vuelto a ensuciar.  Pero cada uno de los apóstoles era demasiado orgulloso para querer limpiar los  pies de su compañero.  No había ningún criado a disposición para hacerlo, por lo que Jesús, aunque sabía que había venido y que volvía al Padre, y que el Padre había puesto todas las cosas en sus manos, se levantó de la mesa y realizó este humilde servicio que se necesitaba.

En esto no hay la menor indicación de que sea necesario hacer esta ceremonia por el mero hecho de que Jesús la hizo, ya que en aquellas circunstancias era necesaria, dado el estado de los pies de los apóstoles.  La lección de este pasaje es suficientemente clara, es decir, que hemos de tener para los demás el amor que nos dispone a realizar el más humilde servicio en su favor.

El hacerse siervo de los demás no es una vergüenza aunque se burlen los mundanos.  En primer lugar el ser siervo es imitar la vida del Señor Jesucristo.  "Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos" (Marcos 10:45).  En segundo lugar, el siervo será el más grande en la gloria.  "El que es el mayor de vosotros, sea vuestro  siervo.  Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido" (Mateo 23:11-12).  Por hacerse siervo le dan muchas oportunidades de alcanzar a otros para Cristo.  "Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar a mayor número" (1 Corintios 9:19).  Entonces Dios siempre bendice a los humildes (Santiago 4:6), y la verdad nunca llegamos a ser tan humildes.  Siempre hace falta que seamos más humildes, más servidores, más olvidadores de nuestras necesidades y siervos de los demás.  Acuérdese que Dios es el que levanta y recompensa al humilde.  El humilde delante del hombre será el exaltado delante de Dios.  Jesús "se despojó a sí mismo, tomando forma de  siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.  Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre" (Filipenses 2:7-11).

Espero que estas palabras le hayan servido reconocer la necesidad en su vida de humillarse y vivir en dependencia constante que Dios le recompense su humildad y obediencia a Él en la eternidad.



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