Los Diáconos
 

El oficio de diácono fue instituido como un oficio de necesidad y se proyectó para traer una división del ministerio dentro de la asamblea (Hechos 6:1-4).  El obispado, o sea el pastorado, es el liderazgo espiritual de la asamblea local mientras que el oficio de diácono es el aspecto administrativo.  La palabra "diácono" significa literalmente para "servir las mesas" y fue usada por Pedro en este sentido en la institución del oficio (Hechos 6:2).

El oficio de diácono no es un oficio sin importancia en la iglesia, sino un oficio central y necesario y por lo tanto, tiene altos requisitos y normas para cualquier hombre que ocupe el oficio (Hechos 6:2-6; 1 Timoteo 3:8-13).  Los diáconos deben ser maduros espiritualmente, hombres destacados, probados, honestos, templados, serios, no avaros, doctrinalmente sanos, buenos esposos y buenos padres.

Las responsabilidades de este oficio deben ser consideradas tanto negativa como positivamente, ya que la tradición ha obscurecido este oficio más que cualquier otro dentro de la iglesia neotestamentaria.  Negativamente, los diáconos no son la junta que gobierna a la iglesia.  Las iglesias en el Nuevo Testamento tenían diáconos pero no eran "juntas" o "consejos" de diáconos.  Aunque es tradicional (pero indudablemente no bíblico) que los diáconos formen un "consejo" de liderazgo espiritual en la iglesia, esto es una intrusión dentro del oficio pastoral.  El ministerio de los diáconos está en la administración de los asuntos financieros y materiales de la asamblea.  Positivamente, los diáconos deben cuidar los asuntos administrativos de la iglesia: las finanzas, las necesidades del pastor, la distribución de los fondos, el bienestar de los necesitados dentro de la asamblea y las propiedades materiales.

Los diáconos forman una parte del liderazgo (no oficial) de la iglesia.  Esto se observa en los requisitos espirituales para el oficio.  Deben ser hombres preeminentemente espirituales dentro de la congregación, líderes espirituales por su propia piedad y madurez.  Algunos diáconos en el Nuevo Testamento tenían dones de predicación y los utilizaron en la obra evangelística, aunque ellos no tenían el oficio de pastor o anciano de su iglesia….vea Esteban en Hechos 6:5,8 y 7:60 y vea a Felipe en Hechos 8:5-626-40.  También es un principio neotestamentario que los líderes como pastores y diáconos, sean escogidos de entre la congregación y por la misma membresía (Hechos 1:15-26; 6:1-5; 13:1-4; 1 Timoteo 3:1-13; Tito 1:5-9).
 



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